Esta semana inició con el presagio de que la Generalitat había elegido al PSC como socio prioritario para acordar los Presupuestos, tras desestimar el ejecutivo la mano tendida de Junts y su centenar de propuestas liberales. «Se presentarán en los próximos días», se aventuraban a afirmar en la sede de ERC. Nada más lejos de la realidad. En los mentideros del Parlament siempre hay más optimismo que en el hemiciclo, y la sesión de control de los grupos al Govern en el pleno volvió a poner de manifiesto la realidad de las cuentas catalanas: alguien debe renunciar a sus líneas rojas para que puedan sacarse adelante porqué la aritmética parlamentaria no da para más.
Desaprobado el presidente de la Generalitat, nuevamente, por dejar perecer febrero sin acuerdo presupuestario, se dirigió a la cámara, por vez primera, con plena conciencia de lo que la compleja situación requiere. Todo pasa por el Hard Rock: el gran casino y los hoteles adyacentes que se pretenden construir entre Salou y Vila-seca (Tarragona). Pere Aragonès sabe que debe contar con el apoyo de uno de los dos grandes grupos de la oposición en el Parlament -PSC o Junts- y a su vez con los votos de la CUP o los comunes para alcanzar la mayoría necesaria y aprobar los Presupuestos.
En relación con el Hard Rock, los socialistas reprochan a ERC que no cumpla con la partida presupuestaria que se destinó a tal efecto en las cuentas de 2023, a las que la formación de Salvador Illa dio su apoyo. No aprobarán unos Presupuestos que escenifiquen una marcha atrás respecto a lo acordado antaño, y tampoco hay prisa en el PSC salvo que la urgencia venga exigida desde Madrid en forma de moneda de cambio. También en Junts, por su parte, piensan que los hoteles y el casino de la Costa Daurada es una oportunidad de negocio que no debe dejarse pasar, pese a que los posconvergentes no inciden con el ímpetu que muestran los socialistas a este efecto.
La CUP, naturalmente, no está de acuerdo con que las arcas públicas incentiven una inversión en contra del ecologismo que fomente el turismo del lujo y masificado. Tampoco lo están los comunes, que han declarado en múltiples ocasiones que no aprobarán las cuentas si se sigue adelante con el macroproyecto y lo volvió a reiterar ayer en el pleno su portavoz, David Cid. «La pelota de los Presupuestos está en su tejado», vaticinó el diputado, dirigiéndose al presidente de la Generalitat.
Aragonès recorrió a la cortesía parlamentaria para pedir «por favor» a los comunes que reflexionen su posición. Deben advertir en ERC mayor flexibilidad en la formación morada que en la CUP, a quien no les dedicó tal súplica. «¿Tenemos que sacrificar el Presupuesto más alto de la historia por las diferencias legítimas que pueden ustedes tener con un proyecto muy concreto, que no es inmediato y que se ha tramitado con amplias mayorías?», se preguntaba el presidente. «Tienen dudas, pero no hay mayorías para cambiar el destino del proyecto. ¿Significa esto que tenemos que desmerecer y desaprovechar todos estos recursos?», prosiguió.
Cid expuso que su formación está dispuesta a hablar sobre las cuentas en base a partidas que se centren en ámbitos como la salud, la educación, las energías renovables o la vivienda -conversaciones que ya se han llevado a cabo, por otra parte, y en las que republicanos y comunes tienen una posición semejante-. ERC, que no abraza con entusiasmo, tampoco, el proyecto del Hard Rock, considera que «es momento de actuar con responsabilidad para hacer posible las inversiones previstas en todas las partidas a través de unos nuevos Presupestos» y Aragonès enfocó su discurso respecto al modelo que pretende la Generalitat para la región del Camp de Tarragona, que «es el de la reindustrialización».
El presidente del grupo parlamentario de Junts, Albert Batet, escenificó en su turno de interpelación la pregunta que sobrevolaba la sala cuando vuelve a ser lejana la participación de los posconvergentes en la fórmula: «¿Hará usted caso a los comunes o al PSC, señor Aragonès?». «Haremos lo que han hecho los gobiernos anteriores, que es tramitar este proyecto en base a la normativa urbanística y a las actuaciones que se han hecho, y cumpliendo nuestros compromisos, como no puede ser de otra manera, garantizado la sostenibilidad de cualquier proyecto que se haga en el país», señaló el presidente de la Generalitat. Según Batet, la respuesta fue ambigua: «O incumplen con unos o incumplen con otros», señaló. Junts aprovechó la réplica, así pues, para reprochar al ejecutivo que «intercambien sus votos en Barcelona, Cataluña y Madrid con los socialistas», una operación que el líder posconvergente bautizó como «Dragon Khan». larazon